El nombre D'onofrio, ligado por décadas al Perú, por su relación con el negocio de helados y golosinas, proviene del apellido de Pedro D'onofrio, ciudadano italiano natural de Sessa Aurunca, Caserta, donde nació en 1859. Fue un emprendedor e intrépido itálico que a los 21 años dejó su tierra para ir en busca de la tierra prometida en Argentina, cuando Buenos Aires empezaba a surgir y se necesitaba mucha mano de obra.
Estando en Argentina, don Pedro recibe una carta que decide su futuro y que repercutiría en muchas generaciones de peruanos. La carta fue remitida desde de Buenos Aires, por Don Raffaele Cimarelli, amigo de D’onofrio, propietario de un carrito de helados, quien le ofrecía el traspaso de su negocio. Donofrio aceptó la oferta, abandonó su trabajo en Rosario de Santa Fe y viajó a Buenos Aires. En esa ciudad aprendió a preparar helados y compró el carrito con todo el equipo.
El nuevo oficio le fue muy favorable. No obstante, en 1888 Don Pedro volvió a Italia para visitar a su madre, señora Gesualda. Estando allí conoce a Raffaella Di Paolo, señorita sencilla, decidida y entusiasta. Se enamoran y contraen matrimonio y regresan juntos a la Argentina.
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Símbólico Helado Peziduri Donofrio |
Raffaele Cimarelli reaparece en la vida de los D’onofrio, para animarlos a trasladarse a Richmond donde se encontraba. Los anima por el buen clima, favorable al consumo de helados. La familia D’onofrio se reúne con Cimarelli y don Pedro se dedica nuevamente a lo que sería el trabajo de toda la vida: preparar y vender helados. Con el paso del tiempo el negoció properó. La familia creció. Los D'onofrio ya eran cinco y había que producir más. Pedro y su esposa Raffaella empezaron a pensar dónde poder establecerse para agrandar el negocio. En ese punto se cruza nuevamente Don Raffaele Cimarelli, que se encontaba en Perú y les aconsejó trasladarse a Lima, por su buen clima favorable para el consumo de helados.
Pedro D’onofrio en el Perú
Los D’onofrio llegan de EEUU a Lima en 1897. Traen un carro de madera a tracción humana que se convertiría en la carretita fundadora y piedra angular de la gran industria de los helados D’onofrio en el Perú.
Ya en Lima, la familia D’onofrio se ubica en diferentes barrios como el de Chacarilla, donde permanece hasta 1914, en que se trasladan a un local de la Av. Grau. La figura de don Pedro D’onofrio se va haciendo conocida, así como el característico toque de corneta que anunciaba sus productos a su paso por las calles limeñas.
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Primera Fabrica en 1910 |
Unido a estos recursos marketeros de la época, estaba la simpatía por la apuesta figura de don Pedro y la bondad de su producto, un helado de crema denominado "imperial". Para la fabricación de sus helados, D’onofrio traía nieve de los andes. En 1908 por consejo de un ingeniero norteamericano, compró una planta para la fabricación del hielo artificial. El negocio siguió prosperando y aumentaron las carretas que don Pedro hizo fabricar con diseño propio.
El negocio continuó avanzando. Don Pedro D’onofrio hizo venir con él a un sobrino, Domingo, y a dos hermanos de su esposa: Amadeo y Orlando Di Paolo. En Perú la familia D’onofrio también había crecido con nuevos integrantes : Amelia, Pedro, Luis, Umberto, Yolanda y Clelia. Antonio, el hijo mayor había ido a Italia para cursar estudios. En 1911, a los quince años de edad fue llamado de regreso al Perú para formarse como sucesor: Antonio D'onofrio Di Paolo, primogénito de los D'onofrio se hallaba al frente del negocio. Entonces éste sugirió a su padre tomar un merecido descanso. Habían transcurrido veintidós años desde su llegada al Perú. Los esposos D’onofrio resolvieron volver a Italia y Antonio recibió en traspaso la fábrica de helados con once carretas, una por cada hijo que tuvo la pareja. Tres de los menores hijos acompañaron a los esposos a Italia: Luis, Yolanda y Clelia. Transcurrieron 14 años antes de que don Pedro regresara nuevamente al Perú, tierra por la que sentían un profundo amor. Cuatro años más tarde en 1937, don Pedro D'onofrio Di Resta murió a la edad de 78 años, dejando una herencia de trabajo a las generaciones que lo sucedieron.
Antonio D’onofrio, sucesor de don Pedro Donofrio
Transcurrieron ocho años desde que en 1911 Antonio interrumpió sus estudios en Italia, hasta 1919 en que mudaron la razón social por la de "Antonio D'onofrio sucesor de Pedro D'onofrio”. El deseo de don Pedro de preparar al primogénito como su sucesor se había transformado en realidad.
En posesión del negocio, Antonio se impuso la tarea de ampliarlo y modernizarlo. Los helados se vendían cinco meses al año; era necesario extenderlo a una industria que estuviera activa en cualquier época el año; para ello creó una fábrica de chocolates de alta calidad, de la que carecía hasta entonces el Perú.
La primera fábrica de chocolates con equipo industrial adquirido en Europa, se instaló en el año 1924 en el jirón Cotabambas, junto a la planta de hielo y helados. En el 1932 volvió a Perú Umberto D'onofrio di Paolo, con el título de Ingeniero Agrónomo. Había viajado a Italia en 1914 con su hermano Pedro D'onofrio di Paolo. En 1933 regresó Luis D'onofrio di Paolo, con avanzados estudios y amplia experiencia técnica en la industria dulcera. El aporte profesional de los hermanos D'onofrio que regresaron de Italia, permitió a la industria familiar crecer y producir helados y chocolates además de caramelos, galletas y golosinas de todo tipo.
El crecimiento de la industria era tan evidente año tras año que obligó a la empresa a cambiar de local. La nueva sede fue fijada en terrenos del ex fundo Aramburú, sobre un área de 36,000 m2 y con frente a la Av. Venezuela. Era el año 1950. Once años después se produjo el traslado de la planta de helados, modernizada totalmente con equipos para la producción de helados tipo "ice cream".
El Panetón D’onofrio
En esos años Antonio llegó a un importante acuerdo con la firma Alemagna de Milán, comprando la fórmula para la producción del Panetón D'onofrio y el derecho de utilizar la confección característica del producto Alemagna que simbolizaba con la A el duomo de Milán. D'onofrio lo hizo con la D. Fue el primer panetón que entró en el Perú, una tradición navideña italiana que el Perú acogió con verdadero entusiasmo.
La familia siguió trabajando con dedicación, mejorando productos, procesos, innovando y creando puntos de venta y confiterías. D’onofrio se convirtió en un imperio comercial que fue adquirido en el año 1997 por Nestlé Perú y que hoy conserva su fábrica en el mismo local de la Avenida Venezuela revalorando la tradición de este nombre querido y apreciado por todos los peruanos.